Los anglicismos se presentan como: “palabra, expresión o giro procedente de la lengua inglesa que se usa en otro idioma”.
Es verdad que históricamente las diferentes lenguas han sido interpuestas por otros idiomas o jergas. También es cierto que vivimos en un mundo globalizado y dentro de este fenómeno también existen ventajas y desventajas. Las comunicaciones nos unen, el sistema se amplia, la mercadería se mueve, pero también se imponen formas de pensamiento unidireccionales en relación a la cultura, la producción, la sociedad, la salud, la educación, etc. Dicho esto, sabemos también que el idioma inglés se extiende por todo el planeta (cabe aclarar que el idioma que mayor cantidad de hablantes posee es el chino, seguido por el español y en tercer lugar aparece el inglés) es considerada la lengua oficial en el mundo de los negocios, las relaciones internacionales, las actividades turísticas y la sociedad becaria. Quizás por ello nos presta diferentes términos que aparecen en los idiomas maternos.
Es verdad que también existen categorías de anglicismos, algunos son superfluos ya que existe el vocablo en español (en nuestro caso), pero la mayoría de las veces nos permitimos la licencia de utilizarlos en inglés. Por ejemplo: jean-vaqueros, muffin-magdalena, email-correo electrónico, on line-en línea, etc.
Otros en cambio parecen necesarios a todas luces como los términos: camping, jazz, software, web, etc.
Algunos han adaptado la pronunciación original a nuestro sistema gráfico: pádel (paddle), fútbol (football) friki (freak), etc.
Ciertas actividades, ocupaciones o profesiones tienen a los anglicismos como grandes protagonistas; por ejemplo: el marketing, la economía, la publicidad y la medicina entre otros.
En otras ocasiones se utilizan multiplicidad de anglicismos, especialmente en deportes con ese origen, por ejemplo: rugby (try, drop, scrum) o fútbol (corner, outside).
En estos tiempos de “vacas flacas” apareció el outlet y el take away para retirar comida de diferentes negocios gastronómicos.
Sabemos a que nos referimos cuando vemos el término mall, shopping center, black friday, etc.
Es verdad que en la década de los 50 se construyen los primeros centros comerciales con características particulares como grandes dimensiones y el ingreso de tiendas de todo tipo y marca, allí nace el término.
Si bien comprendemos lo que escuchamos o leemos podríamos preguntarnos si su uso es inocente, inofensivo, cómodo o desbaratan nuestro idioma.
Por un lado estaríamos en condiciones de aseverar que gozan de inmediatez, agilidad, suenan prácticos y por el otro que impulsan el empobrecimiento de la lengua.
Evidentemente el intercambio de las lenguas y su evolución no solo ocurre sino que es necesaria, pero la mayoría de las veces no reparamos en el uso y abuso que hacemos de los anglicismos. Parece ser algo que surge automáticamente.
No constituyen un virus letal en si mismo, pero pueden socavar los cimientos de nuestra lengua materna.
Entendemos que es una ayuda que nos da otro idioma, uno ajeno; esperemos que no se constituya a largo plazo en una hipoteca.