Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Su verdadero nombre era Isidore Lucien Ducasse, pero el mundo lo conoce por su seudónimo: El Conde de Lautréamont (Se cree que este fue tomado de la novela histórica homónima escrita por Eugenio Sué, donde el protagonista llevaba una vida desenfrenada y azarosa). A pesar de su apellido, nació en Montevideo (Uruguay) en el año 1846. Su padre era funcionario de la embajada francesa en Uruguay.

En agosto de 1868 luego de haber estudiado y fijado residencia en París, apareció el primer canto de su gran poema en prosa “Cantos de Maldoror”. Al año siguiente publicó la obra completa compuesta por seis cantos. En ella reflejó la soledad del abandono, la prematura muerte de su madre (falleció cuando el apenas contaba con dos años, de forma repentina y misteriosa), el desamparo que experimentó al abandonar Montevideo para vivir en París.

La patria era un término efímero para él, solo cercano a la melancolía.

Los “cantos” fueron publicados en diversas revistas literarias, ya que su editor se negó a hacerlo hasta el año siguiente en que se publicó de forma completa su obra. En agosto de 1869 el editor belga Albert Lacroix imprimió la primera edición, aunque no se distribuyó en las librerías a pesar de haber sido publicada. En verdad Lacroix sabía del contenido polémico, crudo, provocador y blasfemo del texto y temía la censura y sus consecuencias. Especialmente porque la mirada que tenía el autor sobre la Iglesia y el Estado eran polémicos, por lo cual los libros quedaron depositados y olvidados en el sótano de la imprenta. Años después se conoció el verdadero nombre de tan osado y discutido prosista. Con el paso del tiempo y el culto al misterio de Isadore Ducasse, este fue considerado un oscuro escritor; padre de una “obra maldita”. Quizás por ello muchos llegaron a él. Lo satánico, amoral, maléfico, controversial y tenebroso, sin dudas, vende.

Los lectores de Ducasse sostenían que la obra además de ser sórdida era difícil de leer por su estilo.

Maldoror, el protagonista de los cantos, se autodefine en ellos como: ”…un monstruo cuyo semblante me satisface no podáis percibir, aunque es menos horrible que su alma…”

Aunque Ducasse o El Conde de Lautréamont fue prácticamente desconocido hasta 1918, en ese año los jóvenes poetas surrealistas dieron con su obra.

Hasta su muerte teje sucesos enigmáticos, pocos días después de cumplir sus veinticuatro años (1870), su cuerpo fue encontrado en el Hotel de Faubourg, en París. El mozo y el dueño del lugar lo vieron tendido en la cama. Su acta de defunción asegura que falleció víctima de una enfermedad infecciosa (se cree que se encontraba aislado a causa de padecer tuberculosis). Otros (entre ellos la propia familia Ducasse) afirmaban que la locura había hecho estragos en su salud. ¿Fue entonces un marginal romántico de la literatura o un vanguardista o simplemente un poeta maldito?

Su obra emblemática comienza advirtiendo al lector de la siguiente manera: ”Plegue al cielo que el lector, enardecido y vuelto momentáneamente feroz como lo lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje a través de las desoladas ciénagas de estas páginas sombrías y llenas de veneno…”

El Conde de Lautréamont poeta afiebrado e infernal. Una caja de sorpresas. Un ser incierto por descubrir.

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