La autobiografía encierra en si misma un género. Cuenta la vida de una persona relatada por ella misma.
Esta obra personal testimonia los aspectos de su vida y su redacción es típicamente literaria.
Estos hechos personalísimos narran lo que le ha tocado vivir y el tiempo es su centro, aunque con libertad en su estructura y el lenguaje empleado. Todo depende del que relata.
Muchas veces su narración no es cronológica en relación a las acciones que cuenta.
Él hace libre sus circunstancias y ofrece un conocimiento lo más veraz posible de los rostros, escenas y figuran que lo rodean.
Hay una amplia oferta de autobiografías publicadas, pero compartiremos solo una ínfima cantidad de aquellos personajes que dejaron su legado por escrito.
“Antes del fin” de Ernesto Sabato. Este libro escrito casi como en una cascada de palabras deja emerger toda la sensibilidad del reconocido escritor de obras emblemáticas tales como: “El túnel” (1948), “Sobre héroes y tumbas” (1961), “Abaddón el exterminador” (1974) y tantas más.
“Antes del fin” se presenta en su inicio con: Primeros tiempos y grandes decisiones, allí Sabato vaga por su infancia y adolescencia. Cuenta como apareció su amor por las matemáticas y la pintura (el poder hipnótico de las ciencias exactas hizo que concluyera sus estudios de Dr. en Ciencias Físicas y Matemáticas) pero también sus decepciones en el campo científico.
Este documento confesional rinde cuentas y realiza una autocrítica sobre sus creencias políticas, religiosas y sociales. Un verdadero testamento espiritual con arraigado tono literario.
“Quiero que me recuerden como un vecino. A veces cascarrabias, pero buen tipo” (Antes del fin).
“Vivir para contarla” de Gabriel García Marquez. El autor de “Cien años de soledad” y “El amor en tiempos del cólera” entre tantos otros, relata su propia vida enfundada en el ámbito de un pueblo y una familia salpicados de realismo mágico. Aquí Gabo pasea por Colombia de la mano de la creatividad y la belleza poética, así muestra crudamente la miseria, los enfrentamientos políticos, las dicotomías morales, la pasión y las esperanzas de todo un pueblo.
Sólo alguien como él pudo escribir las novelas más fantásticas y la autobiografía más despiadada.
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla” (Vivir para contarla).
“Memorias” de Adolfo Bioy Casares. Este escritor de brillante carrera literaria (“La invención de Morel”, “Plan de evasión”, “El sueño de los héroes”, “Diario de la guerra del cerdo” entre muchas otras) colma de historias que se entrelazan con su infancia, adolescencia y adultez. Indaga desde su más temprana edad las razones que lo llevaron por los caminos de la literatura en estrecha relación con anécdotas, la vinculación con sus padres, su formación como lector y la amistad con escritores y escritoras de nuestro país (Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo entre otros).
En este libro registra que fue su padre quien hizo las correcciones de su primer texto titulado “Prólogo” el cual escribió con tan solo quince años y lo ayudó a pagar su edición allá por 1929.
“El diario de Ana Frank” de Ana Frank. Esta historia transcurre entre los años 1942 (cuando la familia de Ana tuvo que partir a Holanda desde Alemania) hasta 1944 cuando finalmente son descubiertos por los nazis.
Su diario (al que coloca como nombre Kitty y quien se convertiría en su mejor amigo) revela sus sentimientos, sus conflictos, sus sueños, sus intrigas, su emoción y hasta sus espacios para la sonrisa.
Ana es asesinada en 1945 en el campo de concentración Bergen-Belsen. Su diario fue encontrado en el escondite familiar (una buhardilla en Ámsterdam) que habitaron durante dos largos años.
Esta adolescente creó un verdadero autorretrato cercano a los tristes sucesos que acompañaron esa época.
El espacio autobiográfico sigue el movimiento de estos seres y su relación con los acontecimientos que eventualmente originan, engendran y elaboran su vida.
Podríamos preguntarnos entonces: ¿Por qué no todos los escritores célebres construyeron su autobiografía?, o en contraposición ¿por qué sí? Y así nos responderíamos porque tal vez encierren un poco o mucho de egocentrismo, vanidad u obsesión. Quizás esta mezcla de factores y la unión de una habilidad innata para exponer, hace visible su intimidad.
Así el “yo” se establece y hace pie dentro de la estructura narrativa que gesta todo un género de vastísima producción como lo es la autobiografía.