Desde la Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático anunciaron que el llamado a licitación para la obra, en relación a la Laguna Seca, se realizará a mediados de diciembre, en lo que será el principio de la solución a un problema de vieja data para la ciudad de Río Grande.
Durante el último verano, como sucede habitualmente, los intensos vientos provocaron el arrastre de los sedimentos que ese accidente geográfico genera y representaron complicaciones para los vecinos de las zonas aledañas (Malvinas Argentinas – ex Chacra XI-, Chacra XIII, San Martín y Aeropuerto, entre otros).
La discusión a la búsqueda de una solución no estuvo exenta a los medios de comunicación, que además de reproducir innumerable cantidad de declaraciones por parte de los funcionarios públicos, convocaron especialistas y escucharon a los vecinos para conocer el tema en profundidad.
El primer paso concreto llegó a mediados de año, cuando la gobernadora Rosana Bertone se reunió con los propietarios de la Estancia María Behety –sector donde se encuentra la Laguna Seca- y rubricó un acuerdo para el permiso de uso y ocupación del predio sin costo alguno.
¿En qué consistirá la obra? El objetivo es realizar una recarga artificial de agua, desde el río Grande, mediante una conducción entubada. Además de la obra principal está previsto desarrollar algunas otras complementarias, como la ampliación del tendido de energía eléctrica. También, la idea es mejorar el sistema de drenajes de los barrios cercanos para derivar a la laguna.
La Secretaría de Ambiente, a cargo de Mauro Pérez Toscani, indicó que el llamado a licitación se realizará “antes de mediados de diciembre”, con la posibilidad de iniciar los trabajos “a principios de enero o febrero”.
Ante la envergadura de la obra (valuada en unos 30 millones de pesos), la primera consulta sobre el financiamiento fue al Gobierno nacional; sin embargo, no hubo apoyo por parte de la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación.
A partir de esa situación, el Gobierno provincial asumió el compromiso y generó los recursos necesarios para proyectar la obra y terminar con el problema para mediados de 2019, contemplando los 120 días de ejecución de la misma.
“Iremos ajustando la obra”, consideró Pérez Toscani, quien agregó que no se tratará de un sistema de bombeo permanente, sino que funcionará desde octubre hasta febrero o marzo, “que es el momento del año en que se genera el problema”.
También, el funcionario provincial se refirió a la falta de planificación en 20 años y el crecimiento propio de la ciudad, que se extendió hacia la zona oeste, muy cerca de donde se encuentra la laguna.
Entre las causas naturales, la doctora en Geología e investigadora, Andrea Coronato, destaca que, este tipo de lagunas empiezan a ser “colonizadas por la vegetación” cuando están sin agua; además de “dejar contenidos salinos”.
También resalta la “intensidad y permanencia del viento y el poder de desecación”, que permite “movilizar cosas en la atmósfera”, agravando la problemática particular que sufre Río Grande.
Las consecuencias son varias: el polvillo que genera la Laguna Seca puede llegar a provocar enfermedades respiratorias, sumadas a la falta de visibilidad que afecta el tránsito en toda la zona oeste de la ciudad y, en alguna oportunidad, también repercutió en el normal funcionamiento del Aeropuerto Gobernador Ramón Trejo Noel.
La obra que buscará contrarrestar todos esos inconvenientes tendrá su licitación en diciembre y apunta a una solución definitiva. Ahora, deberá aguardarse el cumplimiento de los plazos administrativos para comenzar con los trabajos en los terrenos de la Estancia María Behety.