Tras la Marcha Federal que convocó a múltiples actores, la defensa por la educación pública tuvo un particular episodio en Río Grande, con la agresión verbal contra un trabajador de prensa que desvió el foco de atención de la toma del edificio de la calle Thorne.
El jueves 30 de agosto, el escenario se repitió en diversas ciudades argentinas: alumnos, docentes, sindicatos y otras organizaciones confluyeron en las calles para manifestarse en defensa de la educación pública, que en el ámbito universitario espera alguna señal positiva de parte del gobierno nacional.
Río Grande no fue la excepción y también conformó una amplia convocatoria de manifestantes hasta la Plaza de las Américas, donde se dió lugar a una clase abierta.
Posteriormente, una asamblea conformada por los propios actores universitarios decidió la toma pacífica del edificio, que mantuvo una custodia hasta este lunes.
El viernes se sucedieron los destratos: una trabajadora de prensa de un medio televisivo asistió a la sede de la UNTDF para conseguir una entrevista y tuvo como respuesta la increpación de, al menos, cuatro jóvenes. “¿Qué hacen acá?”, fue uno de los reproches que obligó a la colega a desistir de una nota y retirarse.
Durante la misma jornada, un trabajador de la prensa gráfica se acercó al lugar, con el mismo objetivo y recibió una respuesta un poco más hostil: además de la negativa para ofrecer algún testimonio, los presentes se expresaron con insultos e instaron al periodista a que borrara las fotografías tomadas en el lugar.
Acto seguido, la misma persona dió a conocer los hechos, fue entrevistada y la situación se replicó en distintos portales de noticias. El apoyo hacia el periodista fue casi unánime y sumó, también, críticas a los alumnos de la toma, desde las redes sociales.
Ante los hechos de público conocimiento, los estudiantes que estuvieron al frente de la toma (y no brindaron entrevistas a ninguno de los periodistas que se dieron cita a la sede de la calle Thorne) decidieron emitir un comunicado desmintiendo los hechos: “Desmentimos y repudiamos la información que está circulando en relación al ataque que habría recibido un trabajador de prensa por parte de estudiantes. Estos hechos están por demás de la realidad. Es alarmante que se desvirtúe esta acción política con informaciones tendenciosas y falsas, acción decidida en asamblea genuina y soberana del claustro estudiantil”.
El extenso comunicado añadía que había una comisión de Prensa y Difusión designada “para resguardar la privacidad y seguridad de los y las participantes de la acción de lucha educativa”.
En los párrafos siguientes, el documento explica que “todas y todos los estudiantes presentes estamos dirigiendo la toma universitaria”, ante la consulta de un referente para realizar una entrevista; y, ante los “cuestionamientos” sobre el funcionamiento por parte de (Ariel) Montenegro, “se lo invita a retirarse del establecimiento entendiendo que, de no cumplir con el procedimiento votado en asamblea, correría peligro nuestra seguridad”.
“Una vez fuera de la sede, desoyendo nuestro fundado y respetuoso pedido, insiste y toma registros fotográficos, motivo por el cual se le solicita amablemente que elimine las imágenes, desatendiendo nuevamente el pedido realizado”, finaliza el comunicado.
El mismo grupo de estudiantes convocó a una conferencia de prensa para el sábado 1 de septiembre, en la propia sede de Thorne, con apenas cinco colegas presentes. Dos estudiantes (que permitieron junto a sus compañeros, ahora sí, trabajar a medios audiovisuales en el lugar) desmintieron, otra vez, los agravios contra la prensa.
Cualquier análisis parecería resultar negativo en un viernes donde se puso en juego la credibilidad y la legitimidad de los estudiantes que realizan la toma del edificio y, a su vez, una exposición fundada en las palabras de los propios compañeros de prensa que, en algunos casos, se encontraron con un escenario hostil para desarrollar su labor.
La toma de la UNTDF pasó a un segundo plano, como así también el resto de las universidades tomadas en el país; la discusión salarial del sector docente (al que le ofrecieron apenas un 15% de aumento, la mitad de lo pretendido); la Marcha Federal, que tuvo el apoyo de miles de estudiantes en todo el país, sindicatos y diversas organizaciones; y los ya conocidos recortes en materia de investigación y ciencia.
Quienes justifican sus actos en defensa de la universidad pública, deberían revisar ciertas conductas y/o decisiones. En definitiva, la causa es una sola y comprende, no sólo a los estudiantes, sino a la comunidad en general. Cualquier acto individual o colectivo que desvirtúe ese objetivo común implicará un retroceso en la discusión.