A veces leer un clásico nos da cierta pereza, es verdad. Otras veces nos da culpa no haberlos leído antes. Algunos inspiran demasiado respeto y otras, indiferencia. Sin embargo, respetando nuestros gustos, a los clásicos debemos darle una oportunidad. Es bien sabido que muchas veces comenzamos la aventura de un nuevo libro y si no logra atraparnos, por diversos motivos, es mejor dejarlo para retomarlo después (años a veces).
Los libros clásicos se convierten en ello con el paso del tiempo y la calificación de las personas idóneas, pero algo aún más importante para alcanzar esta categoría es haber dejado una huella, que antecedió a nuestra lectura, en las culturas que ha logrado atravesar. No obstante encierran una riqueza mayor que se nos reserva hasta que llega la oportunidad de leerlos, por elección, por primera vez. Aquí solo citaremos algunos de ellos para permitirnos así dar el inicio de lo que puede llegar a ser un largo y sinuoso camino plagado de miles de atajos.
- “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust. Esta obra logar reproducir los recuerdos de un escritor francés de principios del siglo XX. Describe la vida de la clase acomodada parisina. Posee un alto contenido autobiográfico ya que los personajes están inspirados en su propia familia y amigos. Esta novela atrapa desde el principio, es una oda a los sentimientos y sensaciones a través de los cuales nos permitirá adentrarnos en los propios como lector.
- “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen. Se publicó en 1813, de manera anónima al igual que la primera obra de la autora (“Sentido y sensibilidad”). Cuenta la historia de las cinco hijas del Sr.Bennet y cómo deben evolucionar para superar, como el título lo refiere, el orgullo y los prejuicios ante situaciones y relaciones que son construidas por la escritora de forma aguda, inteligente y con un toque de humor.
- “Azteca” de Gary Jennings. Está ambientada en el año 1530, donde el emperador Carlos pide al obispo de México que le suministre información sobre la vida y las costumbres de los pueblos nativos. Un hombre de estirpe indígena (Mixtli) cuenta su vida basada en las creencias y costumbres de su pueblo. Más tarde es bautizado y se le otroga el nombre cristiano de Juan Damasceno, sin embargo él continúa con sus tradiciones. El choque de dos civilizaciones muestra las diferentes formas de ver el mundo.
- “El corsario negro” de Emilio Salgari. Dentro del género de las novelas de aventuras se encuentra esta obra que impresiona por enaltecer la lealtad, la amistad y el compromiso. El Corsario Negro es un pirata al que su enemigo (Wan Guld) ha dado muerte a su hermano el Corsario Rojo. Allí comienza la venganza que llegará tan lejos como para destruir al verdadero amor de su vida.
- “Germinal» de Émile Zola. En la década de 1870 este autor crea un tipo nuevo de novelas donde se describen las conductas patológicas y negativas de la sociedad. Así cuenta la lucha de Lantier, un maquinista, que al llegar a un pueblo minero rodeado por la miseria decide hacer frente a la “Compañía”. Ello derivará en una violencia impensada. Germinal está atravesada por las luchas obreras del siglo XIX .
La palabra clásico ya propone e impone un cierto orden jerárquico dentro de la literatura. La verdadera calidad de estos es lo que queda y permanece como conocimiento atesorado por la humanidad.
Con bastante sarcasmo Mark Twain (popular escritor, orador y humorista nacido en Estados Unidos en 1835 y fallecido en 1910) escribió que un clásico “…es un libro que la gente elogia pero no lee…”,en síntesis todo el mundo desea haberlo leído o presume de ello, sin embargo nadie lo quiere leer realmente.
No dejemos que solo su categoría los imponga, pensemos en nuestros gustos únicos, individuales, distintos y diferentes.Quizás sea ese el mejor punto de partida para descubrir un clásico.