Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

 

El escritor J.M. Coetzee visitó en mayo pasado la Feria del Libro de la ciudad de Buenos Aires para presentar su nueva obra en la sala Victoria Ocampo. En “Siete cuentos morales”  habla sobre la vejez, la fidelidad y el amor a los animales. Como curiosidad fue publicada por primera vez en español y luego traducida al inglés.Él fue premio Nobel de Literatura 2003, según la Academia sueca argumentó por “la brillantez a la hora de analizar la sociedad sudafricana”.

Hoy nos abocaremos a su libro “Esperando a los bárbaros” cuya versión cinematográfica está pronta a comenzar con Marruecos como escenario de filmación. Este relato fue el que le otorgó su éxito a los cuarenta años.

En su contratapa puede leerse: “Un día el Imperio decidió que los bárbaros eran una amenaza a su integridad.Primero llegaron al pueblo fronterizo policías, que detuvieron sobre todo a quienes no eran bárbaros pero sí diferentes…” y así prosigue su sinopsis.

Se dice que Coetzee tomó el título de esta novela,del poema escrito en 1904 por  Constantino Cavafis, quien nació en Alejandría en 1863 y murió en 1933. Su poema “Esperando a los bárbaros” dice así: ¿Qué esperamos agrupados en el foro?/Hoy llegan los bárbaros./¿Por qué inactivo está el Senado/e inmóviles los senadores no legislan?/ Porque hoy llegan los bárbaros…/…porque la noche cae y no llegan los bárbaros./Y gente venida desde la frontera/ afirma que ya no/hay bárbaros./ ¿Y que será ahora/ de nosotros sin los bárbaros?/ Quizá ellos fueran/ una solución después de todo.”Otros,sin embargo afirman que se inspiró en “El desierto de los tártaros” de Dino Buzzati (Italia 1906-1972). Lo cierto es que hila una historia de poder, donde el vehículo es un pueblo que vive y sobrevive en los límites de la frontera con los nómadas, hasta ese momento conviven sin mayores sobresaltos, hasta que se lanza como piedra al agua el terrible rumor de “una posible” invasión de los bárbaros alentada por el Imperio que todo lo controla.

Se inventa así un enemigo cercano para justificar la violencia, la tortura, la vulneración de derechos, la represión y la modificación de las leyes según el buen saber y entender y conveniencia del Imperio. Cualquier parecido con personas verdaderas, o con hechos de la vida real es pura coincidencia (frase muy utilizada en el séptimo arte a causa de los hechos ocurridos en 1933, cunado la princesa Irina Alexándrov denunció a la famosa Metro Goldwyn Mayer “por difamación e invasión a la privacidad”;ya que en la película “Rasputín y la zarina” se insinúa que este conflictivo consejero abusó de Natasha, sobrina del Zar Nicolás II).

El personaje del magistrado esperaba terminar su carrera y sus días de manera tranquilay apoyado por el Imperio, hasta que comienza una extraña relación con una mujer bárbara.Solo podrá salvar su culpa cuando decide retornar a la mujer a su lugar, entonces el poder político e institucional le retirará su apoyo.

La salvaje tortura de todo lo aparentemente incontrolable para el Imperio supone la tortura deshumanizada a sus víctimas. Los mecanismos represivos cobran vidas no solo en el plano físico sino en el psíquico también, ya que los habitantes del pueblo resisten a este orden impuesto en un principio pero luego “agasajan con fervor” a los soldados forasteros.

Es verdad que esta novela sobrevuela en una forma u otra la denuncia de los abusos de colonización de los países europeos o la situación del apartheid en Sudáfrica (de donde es oriundo el autor) pero marca algo más profundo aún como lo es el comportamiento individual y colectivo dentro de un sistema cuando este se transforma en injusto, irracional y tiránico. Si no se lo enfrenta será demasiado tarde para ilusionarse tan siquiera con volver atrás.

El vivir bajo un poder político plenamente injusto en la época del apartheid hace que Coetzee rasgue con su escritura dentro de la comunidad como con una navaja. Es un narrador poderoso y temible, implacable a la hora de describir la violencia (individual, colectiva e institucional) y ahondar en relaciones interpersonales complicadas.

Así este libro, luego de leerlo, nos hace pensar si la civilización ha avanzado de verdad o aún cuanto más civilizados nos definimos más bárbaros nos mostramos. Tal vez es inherente a la especie humana la guerra, la autodestrucción, la paranoia de inventarnos enemigos, en definitiva de la deshumanización progresiva y constante.

Igualmente el texto apunta a llevar un mensaje esperanzador donde un antihéroe como el magistrado al menos puede intentar enfrentarse al todo poderoso Imperio.Apostemos a ello, sin dejar de lado las grandes preguntas universales a las que nos lleva Coetzee con su narrativa sin intención moral, solo aventurándose dentro del sentimiento de la raza humana.

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