Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

El 16 de abril del año pasado, falleció en Río de Janeiro, Rubem Fonseca. Había nacido en 1925 en Juiz de Fora, estado de Minas Gerais.

Su primer trabajo fue como policía y posteriormente se recibió de abogado. Sin duda su ocupación como comisario fue fuente de inspiración para sus relatos.

Posiblemente su obra mas popular haya sido “Agosto” publicada en 1990. Ella es considerada tanto una novela política como un policial negro. Cuenta los últimos días del gobierno de Getulio Vargas, cuya caída fue ocasionada por el asesinato del periodista Carlos Lacerda. Ello desencadenó posteriormente el suicidio del presidente brasileño. Hasta aquí los hechos históricos, pero Fonseca socava en el crimen de Lacerda sin dejar de lado la ficción. Ella aparece combinada con una serie de crímenes que el comisario Alberto Mattos intentará resolver. Dos caminos y dos muertes, una política y otra desordenada, impulsiva. Las instituciones políticas y económicas son puestas bajo la lupa y en ellas se observan grandes niveles de apatía y corrupción. El único honesto parece ser Mattos, quien posee la certeza que la institución a la cual pertenece es también una enferma terminal de estos males.

El antagonista de Mattos es Víctor Freitas, un senador que no tiene el mas mínimo reparo a la hora de conspirar, traicionar y negociar siempre a su favor, como no podía ser de otra manera.

Claro que ninguna de estas calamidades podrían ser posibles si no existieran los “exitosos empresarios” aliados al poder de turno.

Tanta popularidad y crítica favorable cobró este libro que su historia fue adaptada en un guion para televisión y la cadena OGLOBO comenzó a emitir la serie con gran éxito en el año 1994.

Con anterioridad “El collar del perro” (1965) y “Lucía Mc Carthy” (1967) también relataron los sucesos de corrupción que lograron desperdigarse por distintos niveles de la sociedad brasileña.

“El caso de Morel” (1973) quizás fue la obra que catapultó a Fonseca como un “escritor cruel y endemoniado”. Sus relatos parecían crecer dentro de un imperio propio, ese que nace en terreno fértil a la sombra del personaje que cuenta menos de lo que ocurre en realidad.

Así nace Paul Morel, un artista algo particular en cuanto a sus métodos, que es encarcelado por ser el principal sospechoso del crimen de una de sus cuatro amantes. Este le pide a Fernando Vilela (un ex escritor, abogado y policía) que lo ayude a escribir un libro donde él pueda contar su verdad y no quede expuesto y sometido a la mala prensa bajo hechos que lo enlazan con el sadomasoquismo, la violencia, los excesos y la promiscuidad.

En la obra de Fonseca, los ojos del lector deben verse y parecer atentos, ellos siguen la novela, persiguen la originalidad, rescatan procesos científicos e investigativos, llegan a la unidad, exploran un estilo depurado y descubren particularidades.

Su literatura se benefició de las aplicaciones mágicas que le otorgaron el poder reparador de su destreza y seguridad intelectual.

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