Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Aunque muchas provincias se enfrentan a una segunda oleada de casos de COVID-19 y el AMBA se mantiene en el pico, desde el Ministerio de Turismo y Deportes propusieron una alternativa para apoyar a la actividad turística. ¿Es lo más efectivo? ¿Cuáles serían las medidas?

Para empezar, desarrollemos el programa de Preventa de Turismo. La idea es impulsar la compra futura de servicios del rubro, para inyectar dinero en las agencias y proveedores del servicio. Cada preventa otorgaría un mecanismo de cupones o créditos futuros, que se podrían utilizar a lo largo de 2021. De lo que se compre para este año, habría crédito de un 50% para el siguiente. 

El Ministerio actuaría como intermediario entregando los cupones por dichos consumos, a través de una tarjeta de débito precargada. El crédito tendría validez desde la fecha del viaje comprado hasta el fin de 2021 en cualquier empresa del sector. Cabe destacar que la ley todavía no está reglamentada y resta saber si habrá topes o restricciones sobre quiénes pueden acceder al beneficio. No obstante, se espera que inyecte algo de $33.000 millones durante 2020 al sector, costándole al Estado unos $16.500 millones de pesos.

Lammens destacó que la iniciativa permitiría reactivar un sector con más de un millón de trabajadores y fuente de empleo privado para varias provincias del país. Desde las agencias de turismo vieron la medida como positiva, pero esperan a la reglamentación para analizarla en detenimiento.

Dicho esto, me gustaría comparar el paquete de medidas argentino con uno que se dio a conocer hacer relativamente poco: el inglés. Sacando las asimetrías lógicas de lado (diferencias sustanciales de PBI, etapa que transitan de la curva de contagios y estación de la temporada alta), creo que podría darnos algunas líneas de razonamiento para entender mejor cómo se aplican las medidas y su posible efectividad.

El ministro de Economía de Inglaterra, Rishsi Sunak, anunció una serie de modificaciones impositivas este miércoles, referidas al sector turismo. De lunes a miércoles, será el gobierno quien pague la mitad del precio en consumiciones en bares y restaurantes (sin incluir bebidas alcohólicas) con un tope de hasta 11 euros por cliente. ¿Qué quiere decir? Si comiésemos en un restaurante en Londres, pagaríamos un 50% del precio normal, mientras que el empresario recibirá una subvención por la otra mitad de parte del Estado.

Por otro lado, se reducirá el IVA en comidas y bebidas del 20% al 5%, lo que implicaría un costo de 4.500 millones de euros al gobierno de Boris Johnson. Ya por fuera del sector turismo, el paquete de medidas incluye la reducción al impuesto a los sellos (de actos jurídicos) y planes de empleo donde las empresas que contraten percibirán un subsidio que pagará el salario de estos nuevos trabajadores hasta por seis meses.

Si comparamos las medidas de los dos países, veremos que Argentina opta por un método de impulsar consumo ofreciendo beneficios para el mediano plazo (el año siguiente). Mientras tanto, Inglaterra propone pagar la mitad de ciertos costos de forma directa y al empresario. ¿Por dónde pasa la diferencia? El sistema inglés es de fácil aplicación, pero difícil control. ¿Cómo se aseguraría que no se pasen “gastos” que no existieron, o de productos que no están incluidos?.

Otro punto interesante pasa por la previsibilidad. Con el nivel de inflación que ronda el 50% y los precios atados al dólar en una constante devaluación: ¿Qué tanto se ahorraría al recibir un beneficio del 50% para compras futuras?. Si yo compro un paquete hoy que equivale a 10.000 pesos argentinos o 133 USD al oficial, se me bonificarían unos 5.000 pesos o 66 USD. Esos cupones que yo gastaría durante la temporada, digamos enero, tendrían un valor inferior. Si tomamos como hipótesis que el dólar aumenta alrededor de 2 o 3 pesos mensuales, en enero tendríamos un dólar oficial de 85 como mínimo. Es decir, de esos 5.000 pesos, me quedarían unos 58 dólares, una pérdida del 18% del valor del cupón en un lapso de 6 meses. Si antes me alcanzaba para pagar 5 noches de hotel, ahora podría pagar 4.

En esa misma línea, aparecer el problema de agregar pasos: se crearía una especie de billetera virtual o tarjeta prepaga del Banco Nación para canalizar estos beneficios mencionados por Lammens. ¿Qué parte de los $16.500 millones será en costos de operatividad?.

La medida propuesta por el Ejecutivo Nacional, de ser bien reglamentada, tendrá un impacto positivo en los comercios del sector turístico. Los mismos verán más compras y consumo, permitiendo a provincias como la nuestra, recuperar una temporada de verano que parece venirse de forma muy compleja. Sin embargo, uno se pregunta si siempre es necesario caer en los mecanismos intrincados para resolver o si simplemente una reducción de cargas impositivas no hubiese tenido el mismo efecto. Una reducción del IVA, o de las cargas por empleado, permitiría una reducción de costos, que se podría trasladar a una reducción de precios en pos de la competencia; pudiendo obtenerse el mismo costo fiscal sin recurrir a la creación de nuevas herramientas y personal para obtener el mismo resultado. O al menos, trabajar con las tarjetas existentes e implementar un sistema de reintegros, como tuvo en su momento el Banco de la Provincia de Buenos Aires con la compra de alimentos.

Como último punto, queda el del consumo base: luego de enfrentarnos a meses de caída de la actividad económica, no serán muchos los que piensen en vacacionar a fin de año o principios del siguiente. No tanto por la cuestión sanitaria, sino por la falta de recursos. Si bien el ministro planteó la medida como “una redistribución federal de los ahorros de los que tiene mayor poder adquisitivo”, los que vacacionen no serán tantos como años anteriores y una buena parte de los que se encuentran en el percentil más alto de ingresos del país, seguirán optando por viajar al exterior. Como bien sabemos, no importa qué tan “caro” esté el dólar o que tan difícil sea acceder a divisas físicas, el argentino siempre encuentra la vuelta para irse afuera. Para enero, la cantidad de contagios cada 100.000 habitantes en el país podría encontrarse en las categorías aceptadas por la Unión Europea, abriendo el destino desde Ezeiza.

La medida es una bocanada de aire para los emprendedores de turismo, sean PyMEs o cadenas, pero queda la duda sobre su efectividad para el privado y qué tan rentable le será a los consumidores hacerse del beneficio.

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