Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Estados Unidos hoy transita un complejo momento en su historia: es el país con más contagios y muertes por el COVID-19 y, mientras una oleada de protestas de los anti-cuarentena iniciaba, ahora se suman disturbios por la brutalidad policial.

Para entender porque hubo una reacción tan violenta al homicidio de George Floyd, un hombre afroamericano que murió asfixiado por un policía de la ciudad de Minneapolis, tenemos que retrotraernos en el tiempo.

Allá por 2013, se hizo popular y tomó forma como tal, el movimiento “Black Lives Matter” ( las vidas negras importan).  Su función es la de reclamar justicia ante los asesinatos cometidos por oficiales de policía a minorías, los perfiles raciales y la desigualdad del sistema de justicia penal de Estados Unidos. Absoluciones como la del policía responsable de la muerte del adolescente Trayvon Martin volvieron al movimiento popular a nivel nacional y dos homicidios en 2014 llevaron a los primeros disturbios en Ferguson, Nueva York:  el de Michael Brown y Eric Garner. La muerte de Eric Garner, tiene varias similitudes con la de Floyd: ambos fueron asfixiados al ser retenidos por la policía y fallecieron al grito de “no puedo respirar”. Allá por 2014 este asesinato impulsó una oleada de apoyo de la sociedad norteamericana en búsqueda de justicia. Los disturbios no son algo nuevo en Estados Unidos, siempre ha sido una especie de válvula de presión social que se libera ante algún hecho de injusticia, principalmente racial e iniciada por un acto policial: los 60s tuvieron el famoso “civil unrest”, en 1973 el disturbio de Queens en Nueva York luego de que un oficial de policía le disparase a un niño afroamericano de 10 años y los disturbios de Los Ángeles por la muerte de Rodney King en 1992.

Hoy, las protestas han escalado por encima de las de Ferguson en 2014; principalmente, porque quién lidera la nación es Donald Trump. Barack Obama fue el primero en lidiar con las repercusiones lideradas por el BLM. Se propusieron algunas reformas y condenas para los involucrados y la gente entendió que había voluntad de cambio. Donald Trump en cambio, salió a confrontar: redobló la apuesta con la Guardia Nacional (el equivalente a Gendarmería) y dijo en Twitter “Cuando los saqueos comienzan, comienzan los tiroteos”. Según él se refería a una frase histórica de un capitán de policía de Miami, pero desde la óptica de la gente es una invitación a la violencia y no apuntar a calmar las aguas, como uno esperaría de un Presidente.

Lo que inició con varios días de disturbios en Minneapolis luego se extendió a toda la nación: más de 4.000 detenidos, fuerte represión y negocios saqueados desde Los Ángeles hasta Nueva York. Llegaron a tal punto los disturbios en Washington D.C que la seguridad del presidente lo movió a un búnker y se reforzaron las entradas a la Casa Blanca.

La imagen de George Floyd, un hombre de 45 años acusado de pagar cigarrillos con un billete falso, siendo retenido por un oficial con la rodilla en su cuello y 3 más “controlando” la situación plantea no sólo un uso excesivo de la fuerzas, sino la visión del hombre de color como peligroso. Desde los 60’s y el movimiento de Martin Luther King, académicos han analizado el impacto de la segregación y el racismo en la sociedad americana. La estratificación social en base al color, la reclusión a determinadas zonas para vivir y la clara brecha en el tipo de oportunidades lleva a un enfrentamiento de “ellos contra nosotros”. Para que nos demos una idea hay personas de la tercera edad en Estados Unidos que eran obligadas por ley a sentarse en determinados lugares, no podían usar los baños de los blancos y veían como la ley sólo funcionaba para los blancos. Esa misma gente, tuvo abuelos y padres que fueron esclavos. El conflicto racial norteamericano está lejos de resolverse.

También hay que aclarar que en los últimos años, quizá producto de la llegada de Trump al poder, ha habido un resurgimiento de supremacismo blanco. Grupos que suscriben a esta ideología apoyaron la campaña del presidente y son buena parte de su base de votantes. Si hacemos memoria, allá por 2017 hubo una marcha de nacionalistas blancos en Charlottesvile luego de una reunión para “unificar la derecha”, la misma no fue violenta pero demostró que el racismo en Estados Unidos está lejos de dejar de ser un problema.

Ahora, con la detención del policía responsable de la muerte de George Floyd, Derek Chauvin, quien ya contaba con una docena de denuncias por exceso de fuerza, podría iniciar un período de calma en el país. No obstante, esto tendrá consecuencias vinculadas a lo sanitarios, dada las grandes concentraciones de personas en protestas pacíficas o disturbios, Estados Unidos podría salir de 23 estados con tropas para mantener el orden a una segunda oleada de contagios en el correr de las próximas semanas.

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