Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Adolfo Bioy Casares publicó “Diario de la guerra del cerdo” en el año 1969, ya contaba con cincuenta y cinco años, quizás por ello la guerra entre los que están transitando el ocaso de sus vidas y los que se encuentran en la flor de la juventud entablan una auténtica guerra. En ella Bioy Casares toma de algún modo partido por los mayores, aunque de manera sesgada.

Flor y ocaso, dos palabras que ligan toda una trama.

Esta ficción puede resultar una novela distinta, ajena e incorrecta. 

Los jóvenes aparecen como iracundos y arrebatados en sus acciones y los viejos (los cerdos) se dibujan sobre una línea divisoria bajo la pregunta ¿a quién se considera viejo?

Su protagonista Isidoro Vidal (llamado equivocadamente “San Isidro”) está jubilado (para algunos es un viejo mientras que para otros no) vive en el barrio porteño de Palermo, en los años cincuenta, en la calle Las Heras (la historia se desarrolla entre los meses de junio y julio) con Isidorito (su hijo) a quien ha criado solo desde su niñez (ya que su madre Violeta ha abandonado el hogar hace muchos años).

Isidorito es joven y por lo tanto algo impetuoso. La relación con su padre es ecléctica, aunque rodeada de amor. Ello no impide que integre el grupo de atacantes de los viejos indefensos.

Bioy Casares destaca la violencia de las persecuciones de los jóvenes hacia los viejos a los cuales consideran abiertamente inservibles.

El enfrentamiento generacional posee varios focos (el deporte, las costumbres, los momentos relacionados a la cultura) de carácter radical. La muerte del diariero Don Manuel exaspera y divide mas aún los ánimos.

A medida que avanza la novela continúan las persecuciones, los ataques y las muertes. El poder de la juventud aplasta a los viejos. Su vida ya no es normal, está repleta de incertidumbre y temor. Aunque la mayoría de las veces los mismos ancianos son los que otorgan las razones profundas del enfrentamiento generacional.

La guerra está alimentada por el odio en lo que se convertirán los jóvenes (“En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser…”) y por motivos sociales y políticos. ”La juventud es presa de la desesperación -repitió Faber-. En un futuro próximo, si el régimen democrático se mantiene, el hombre viejo es el amo. Por simple matemática, entiéndame. Mayoría de votos. ¿Qué nos enseña la estadística, vamos a ver? Que la muerte hoy no llega a los cincuenta sino a los ochenta años, y que mañana vendrá a los cien. Perfectamente (…) Se acabó la dictadura del proletariado, para dar paso a la dictadura de los viejos”.

Es importante destacar que la publicación de este texto se dio bajo el gobierno de Juan Carlos Onganía, luego de derrocar en 1966 al presidente Arturo Illía (quien había sido elegido democráticamente).

Bioy Casares describió la vejez como una fase inexorable para comprender la vida. Tal vez su obra “perfecta” según Jorge Luis Borges fuese “La invención de Morel” pero “Diario de la guerra del cerdo” encadenó la fantasía y la realidad mas inquebrantable.

Muchas de sus obras, con excelentes adaptaciones, pueden disfrutarse en la pantalla grande y sus textos han sido traducidos a varias lenguas.

Sus letras fueron elegantes y precisas, sus hilos entretejieron lo real, lo imaginario, lo social y lo político; pero sin desechar al hombre contemporáneo.

Alguna vez dijo:” Hay gente que escribe para lucirse…Yo empecé así y fracasé hasta el día que olvidé esas pretensiones”. (Adolfo Bioy Casares).

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