Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

Pasó lo que se esperaba. El primer mes completo con pandemia nos arrojó un resultado fiscal fuertemente deficitario. Si bien los números negativos vienen siendo una norma en los últimos años, se esperaba una importante profundización debido a la crisis económica mundial a la que nos empujó el covid-19.

Es así que, durante el mes de abril, el déficit primario fue de 228.822 millones de pesos, cuando en el mismo mes del año anterior hubo un superávit de 499 millones de pesos. Dos panoramas completamente distintos, en realidades completamente diferentes. Para explicar estos números simplemente hay que observar que pasó con los ingresos y gastos que llevó adelante el gobierno nacional en el último mes. En otras oportunidades señalé que, por nuestra estructura impositiva, los ingresos del Estado son prociclicos, es decir, se mueven en una dirección similar al rumbo de la actividad económica. Es decir, si la actividad está cayendo, la recaudación en términos reales (teniendo en cuenta la inflación) caerá o se verá reducida. En caso contrario, si la economía se encuentra en crecimiento, es probable que los ingresos del Estado, en términos reales, crezcan.

Como era de esperarse, los ingresos crecieron poco en términos nominales y cayeron en términos reales. Es de esta forma que, en abril, la recaudación fue de 316.249 millones de pesos, teniendo un crecimiento de tan solo un 14% con respecto a abril del año pasado. Con una inflación superior al 45,6%, está más que claro que la actividad mermó y tuvo un impacto muy importante en las arcas del Estado. De hecho, solo dos impuestos estuvieron por encima de la inflación: “Débitos y créditos” (53, 6%) y “Bienes personales” (518,3%). Los demás impuestos estuvieron por debajo de la inflación y otros dos, “Ganancias” e “Impuestos internos” cayeron incluso en términos nominales (-7,7% y -11%, respectivamente).

Por el lado de los gastos, está claro que el gobierno ha aumentado en gran forma el nivel de erogaciones para amortiguar los efectos que la cuarentena genera sobre el normal desenvolvimiento de las actividades económicas. Es así que los gastos corrientes crecieron en un 100% respecto de igual mes del año anterior, pasando de 260.669 millones a 521.426 millones de pesos. Esto se explica por la implementación de asignaciones de carácter excepcional por la pandemia, por ejemplo, el Ingreso Familiar de Emergencia, el cual, si bien se encuentra aún muy lejos de poder compensar las pérdidas en percepción de ingresos de las familias, en volumen de cantidad de gente a la cual se le asigna termina teniendo mucho peso. Por último, es destacable el crecimiento de subsidios a la energía, cuyas tarifas se encuentran congeladas desde principios de año, en un 204,3%, como así también al transporte con un incremento del 75,2%.

Es evidente que este contexto va a permanecer, de mínima, algunos meses más. Por ende, lo único que puede pasar con las finanzas del Estado es que se deterioren a un ritmo cada vez más acelerado. Es por esto que cada vez toma mayor forma el impuesto a las grandes fortunas, el cual ha estado en el centro del debate público en los últimos meses. Sin embargo, esto parece ser tan solo la punta del iceberg y desde el Congreso se le solicitó al Banco Central un informe sobre el proceso de fugas de divisas en los últimos años. La idea es cruzar datos para verificar si quienes fugaron dólares pidieron algún tipo de ayuda al gobierno para poder pagar salarios de sus empleados en el mes de abril. Esto se enmarca en una estrategia general para determinar cómo se dio esta sangría de dólares, observar si hay patrones que se repiten respecto de otros procesos similares en otros momentos en nuestro país o la región, generar nuevas normativas para evitar la repetición de estos sucesos y, quizás lo más importante para este momento, buscar la repatriación de dichos fondos, aunque sea de forma parcial.

Por último, numerosos medios hablan sobre una ambiciosa reforma impositiva, que se discutirá a la par del presupuesto 2021, la cual está siendo preparada por el Ministerio de Economía, en donde se buscará dotar al sistema tributario nacional de progresividad, y sostenibilidad fiscal.

En fin, puede que, como toda crisis, estos meses sirvan para replantear las estructuras que mueven la economía nacional. Sin embargo, no hay que dar nada por hecho y esperar a si efectivamente se avanza en la tan ansiada reforma tributaria, algo en lo que todos los sectores políticos del país (por derecha y por izquierda) coinciden que se debe llevar adelante.

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