Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

En los últimos días, nombramiento mediante de Fernanda Raverta como titular del ANSES, el Gobierno Nacional estuvo delineando una nueva entrega del IFE. Para quienes no conocen de que se trata esta iniciativa, podemos decir que es una transferencia monetaria del gobierno para trabajadores autónomos o monotributistas de las categorías iniciales que se encuentren en una situación de emergencia en la caída de sus ingresos, producto de la pandemia del coronavirus.

Este aporte de $10.000 se llevó adelante por primera vez en el mes de abril abarcando a 7,8 millones de personas, una importante cantidad, aunque no la totalidad del universo que se pretende abarcar. Por eso, además de que se planea entregar el IFE en mayo, también se está trabajando en incluir a quienes no lo recibieron en primera instancia.

De hecho, en la página web de ANSES, desde el 22 de abril, se encuentra disponible la opción de volver a tramitar el subsidio vía online para quienes no fueron aceptados en primera instancia, como así también para las personas que hayan perdido su empleo a posterior entrega de la primera tanda.

La continuidad de la medida es lógica dado que las condiciones que motivaron en primera instancia la implementación de la misma no han cambiado. Incluso, es más que probable que se hayan agravado por dos motivos. Primero porque en su momento, apenas comenzó la necesidad de que el Estado asigne una transferencia, las complicaciones económicas recién comenzaban a darse y, simplemente por una cuestión temporal, la gente tenía un poco más de espalda para enfrentarla (si es que ese margen existía efectivamente). Por otro lado, y en continuación con lo anteriormente expuesto, al ser el IFE una asignación que cubre de forma muy parcial los gastos de quienes lo reciben, es probable que la gente haya desahorrado o visto la necesidad de endeudarse. Por ende, mientras más tiempo pasemos en esta situación, mayor deberá ser el gasto estatal para poder cubrir las necesidades de la población en mayor situación de vulnerabilidad. En caso contrario, miles de personas sufrirán consecuencias devastadoras para su economía. De ese hecho es que también se han articulado otras medidas complementarias para paliar la situación, aunque, en definitiva, nada suplanta el hecho de poder trabajar.

En ese aspecto, se dispara un desafío complejo a futuro. La instrumentación de la vuelta a la actividad, una vez que sea seguro y sanitariamente responsable. Todos los sectores de la economía se vieron fuertemente complicados por la situación global, aunque las y los trabajadores independientes y las pymes son los que requieren urgente y especial atención, dado que de los mismos dependen millones de argentinos en una porción mayoritaria.

Por último, y para añadir una restricción más, el agro está liquidando un 17,8% menos que en 2019 (para mismo periodo de análisis) lo cual complica la proyección de entrada de dólares al país, presionando inevitablemente al alza el precio del mismo. Esto seguramente impacte en los niveles de inflación de los próximos meses y en la sustentabilidad de las cuentas a nivel externo. En fin, se vienen días de definiciones e importantes desafíos en donde la billetera es cada vez más chica y las urgencias cada vez más grandes. 

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