Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

El Gobierno Nacional dio a conocer el resultado fiscal para el mes de marzo, el cual anticipa una tendencia inevitable para los próximos meses dada la pandemia del covid-19: una fuerte profundización del déficit fiscal. Si bien dicho mes fue alcanzado parcialmente por los efectos del coronavirus, es destacable el doble impacto que generó en las arcas públicas. Por un lado, en la recaudación que fue menor a la esperada por el parate de la actividad a partir del 20-3, y por el otro, por el significativo incremento del gasto público con fines sociales para contener a los sectores más golpeados por esta situación.

En este sentido, los ingresos totales del mes ascienden a 341.518 millones de pesos, un 30,7% superiores a los de marzo del 2019. De los mismos, los que corresponden a recaudación de impuestos tuvieron un incremento del 36,6%. Entre estos, se encuentran las llamativas cifras del IVA e impuesto a las ganancias, con un crecimiento magro del 25,7% y 23,4%, respectivamente. Este incremento es notablemente bajo dados los niveles de inflación que tiene nuestro país, siendo que, para marzo de este año, hubo un crecimiento de los precios del 48,4% con respecto al mismo mes del año pasado. Por otro lado, los impuestos a los créditos y débitos tuvieron una caída del 1% totalizando una merma de 296 millones de pesos. Un dato importante es que el impuesto a los bienes personales tuvo un incremento del 101,9% respecto a marzo del año pasado, pero dado su bajísimo impacto en la recaudación total de ninguna manera pudo contribuir a torcer la balanza.

Por otro lado, y aquí es donde radica la causa principal de la profundización del déficit, el gasto publico tuvo un fuerte incremento del 70%. En ese aspecto, dentro de las prestaciones sociales, algunos rubros que destacan son el incremento del 122% de asignaciones universales para protección social, y un 68% de incremento en asignaciones familiares. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) es un ejemplo de una importante transferencia por parte del estado a un sector trabajador.

También hubo un importante espaldarazo a los sectores vinculados a la energía, transporte y otras funciones sensibles a través de subsidios económicos, generando un incremento del 125,1% respecto al mismo mes del 2019. 

Por último, un detalle no menor, es el aumento de transferencias a las provincias pasando de 5.092 millones de pesos en marzo del año pasado a 18.876 millones, un importantísimo crecimiento del 270,7% destinado a cubrir áreas como salud, educación y seguridad social.

En definitiva, estas erogaciones dejan en rojo las cuentas nacionales con un déficit primario de 124.728 millones de pesos, cuando para en el mismo periodo del 2019 el saldo negativo fue de 13.037, esto implica un incremento en el déficit de 856,7%.

¿Cómo se paga esto? Con una recaudacion que no alcanza, y con el acceso negado al credito internacional, es evidente que entre las opciones mas destacables está la de emitir. Esto de hecho ya se está llevando adelante sin impactos importantes hasta aca en los niveles inflacionarios. Obviamente la coyuntura que vivimos exige medidas que puedan contener la caida en la actividad y evitar que se profundice un cuadro de situacion que ya venia muy complicado.

Esta tendencia de aumento del déficit fiscal se profundizará más aun en los meses venideros, lo cual le presenta un desafío adicional al gobierno. Está claro que no se llegará al equilibrio fiscal achicando gasto, porque el contexto exige más erogaciones por parte del estado. Por ende, habrá que buscar estrategias para mejorar la recaudación. Al tener buena parte de los ingresos atados a impuestos que rinden mejor o peor en función del nivel de actividad, se deberán explorar nuevas alternativas, una de ellas es la de gravar a la riqueza, algo que está en el ojo del debate público desde hace algunas semanas. Esta discusión no es solamente local, muchos países, frente a esta debacle general buscan formas de financiar la expansión del gasto estatal, necesaria para evitar los males que se pronostican, siendo los impuestos a las grandes riquezas en sus distintas formas, una posibilidad viable. Por otro lado, y para finalizar, crecen más y más las opiniones sobre la necesidad de un ingreso ciudadano universal, para garantizar necesidades básicas en la población. Este tipo de iniciativas, completamente de avanzada, requerirían una profunda evaluación de nuestros sistemas impositivos, en muchos casos ineficientes e insuficientes para lograr una economía con buen funcionamiento y con capacidad de gasto al servicio de las necesidades de nuestras poblaciones.


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