Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

Así lo informó el INDEC el pasado miércoles, confirmando una de las predicciones más cantadas en materia económica. La misma fue de un 53,8%, la más alta desde el año 1991, donde la misma fue de un 84%. Cabe destacar durante los dos años anteriores (1989-1990), nuestro país sufrió de procesos hiperinflacionarios con saldos de 3.079% y 2.314% respectivamente, lo cual mostraba al índice de precios de 1991 como una mejora notoria, mas allá de su nivel. En el caso más reciente, venimos de procesos sostenidos de alzas en los precios desde la salida de la convertibilidad. Estos fueron particularmente más elevados en esta última década, en comparación con los primeros años del 2000, lo cual evidencia menor capacidad de control sobre esta variable.

Los meses de mayor inflación durante el pasado 2019 fueron marzo (4,7%) y septiembre (5,9%). En este último caso, la corrida bancaria post PASO fue determinante para explicar esta performance. Recordemos que en una economía fuertemente dolarizada como la nuestra, las variaciones en el tipo de cambio condicionan de forma importante el nivel de precios domésticos. Algo similar sucedió en 2018, cuando las corridas bancarias, que se dieron durante el segundo y tercer trimestre del año, consolidaron una inflación del 47,6%.

Los rubros que mayor crecimiento han tenido en sus precios son: salud (72,1%), comunicación (63,9%), equipamiento y mantenimiento del hogar (63,7), alimentos y bebidas no alcohólicas (56,8%) y bienes y servicios varios (55,9%). En su mayoría, rubros de primera necesidad, asociados al consumo masivo y de las clases populares. Esto es preocupante dado que, detrás del numero general del índice de precios, se esconden aumentos de mayor magnitud en áreas sensibles vinculadas a la reproducción de la vida.

Este número nos pone en el podio mundial de los países con mayor inflación, solo superados por Venezuela (primer puesto) y Zimbabue (segundo). Lo llamativo del ranking general es que los países más afectados por el nivel de esta variable, se encuentran en África y Medio Oriente, algunos de ellos incluso tienen conflictos bélicos a sus espaldas. Aun así, solo 17 países en el mundo tienen una inflación de dos dígitos o más, y solo dos se encuentran en nuestro continente (nuestro país y Venezuela).

En definitiva, este es el punto de partida para el nuevo gobierno nacional, el cual tendrá que trabajar sobre las expectativas, construir anclas para evitar escaladas que se puedan prever y generar políticas para aumentar la confianza en la moneda nacional –dado que, reitero, en los últimos 4 años una de las causas centrales de la inflación fue el volátil incremento del precio de la divisa norteamericana-.

Como mencione en anteriores notas, las perspectivas del mercado, si bien son a la baja, aún mantienen niveles altos, superiores al 40%. De más está decir que creer que esta situación se puede resolver en 4 años seria caer en el mismo error de la anterior administración, la cual aseguraba que, con los debidos controles, este problema pasaría a ser una cuestión menor al final de su mandato. Es decir, se trata más de la consistencia de las medidas a través del tiempo y la confiabilidad que las mismas generen a largo plazo, que de políticas de shock de corta aplicación y duración.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here