Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

En al menos 21 ciudades que participan de las protestas pacíficas en reclamo a los aumentos de combustible, Amnistía Internacional verificó a través de videos y testimonios de activistas por los derechos humanos que al menos unas 100 personas (creen que el número estaría más cerca de 200) habrían sido víctimas fatales de la represión policial

Ya en su sexto día, las protestas abarcan toda la República Islámica de Irán, con más de mil detenidos que se suman a los fallecidos. La suba de combustibles fue el punto de quiebre, pero la situación para muchos es la peor en los últimos 40 años en el país de Medio Oriente. Las sanciones económicas que todavía rigen luego de que Donald Trump cancelara unilateralmente el Pacto Nuclear firmado por Barack Obama. La vuelta al bloqueo económico, la inexistente industria privada iraní por fuera de los hidrocarburos y los altos impuestos del estado llevaron a que la crisis sea la más grave desde la Revolución Islámica.

El gobierno, a fin de evitar que las manifestaciones crezcan y tomen un carácter de revuelta, no sólo sacó a las fuerzas de seguridad a la calle sino que decidió hacer un bloqueo casi total en internet desde el domingo; a fin de limitar la información hacia el exterior y evitar la organización de los manifestantes. No obstante la información llegó a distintos medios internacionales y ONGs que denuncian el accionar de la policía iraní.

El martes, con la actividad del país casi suspendida: las escuelas y universidades no abrieron, las comisiones del parlamento (abocadas a la crisis) se reprogramaron y hasta la liga de fútbol (que hace poco permitió la entrada de mujeres a la cancha) no tuvo actividad. Desde los medios oficialistas se habla de criminales en las calles que deberían ser ejecutados; lo que lleva a pensar que el gobierno del Ayatollah Khamenei avanzará sobre los manifestantes con mano de hierro.

El canciller iraní, Javad Zarif, advirtió a los países que no apoyasen a los manifestantes en Irán; algunos de los funcionarios creen que las manifestaciones son una operación de fuerzas extranjeras para desestabilizar al país. Aunque no se nombró a ningún país los sospechosos, para Irán, serían los de siempre: Israel o Arabia Saudita.

Según la prensa internacional parte del gobierno reconoce que la medida de aumento fue brusca y no tenía otro resultado que el actual, pero que el gobierno del Ayatollah no tiene pensado retrotraerla a riesgo de mostrar debilidad ante el pueblo.

La situación no parece estar cerca de mejorar: se reportaron desde las agencias oficiales iraníes que al menos 3 personas parte de las fuerzas de seguridad habrían fallecido producto de enfrentamientos con los manifestantes (uno pertenecía a los Guardianes de la Revolución o Pasdaran, calificado como organización terrorista por USA y Arabia Saudita, es el equivalente al ejército pero dependiente del Ayatollah; mientras que los otros dos pertenecían a Basij, una fuerza paramilitar de voluntarios que dependen de Khamenei directamente). Estas tres muertes ligadas al gobierno podrían llevar a un recrudecimiento de la represión, dado que los tres fallecidos respondían directamente ante la autoridad religiosa y, estas organizaciones, han sido el brazo armado del Ayatollah desde su llegada al poder.

Irán atraviesa un complejo momento en lo económico por un mal manejo histórico y los bloqueos internacionales con la llegada de Trump al poder. Esto ha llevado a que el liderazgo político, que parecía inquebrantable, empiece a dejar ver disconformidad en el pueblo. Hace más de un año, en este portal publicábamos un análisis sobre las revueltas en Irán y las causas siguen siendo las mismas: el combate a la inflación, la economía estancada. En este caso el “enemigo” del pueblo no es un político como Rohani (al cual el Ayatollah y los conservadores pusieron en la mira en su momento), sino las instituciones de Irán como un todo. Ya el problema no es quién esté sentado en la silla, sino el sistema que lo rodea.

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