Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Tailandia es quizás el país más conocido del Sudeste Asiático. Su vibrante cultura y sus hermosas playas lo hacen un destino paradisíaco entre turistas de todo el mundo. El otro lado del Reino de Tailandia, del que tanto no se conoce, es su turbulenta vida democrática. Desde 1932, cuando su monarquía absolutista llegó a un fin, ha vivido una serie de golpes de estado en alternancia con gobierno electos. En el reciente tiempo el golpe de 2014 dio paso a un gobierno defacto que viene posponiendo elecciones hace casi 5 años. El 24 de marzo parece ser la fecha indicada para una vuelta de la democracia en el reino y la sorprendente influencia real atrajo los ojos del mundo a estas votaciones.

El 24 de marzo, los tailandeses irán a las urnas para elegir a sus 500 representantes de la cámara baja. Este es el único cargo que depende del voto popular, mientras que la cámara alta será seleccionada entre militares y otros delegados. Mientras que en el resto del mundo el primer ministro sería el líder del partido mayoritario, en Tailandia los candidatos son nominados por los partidos, luego se combinan los votos con la alta. El último primer ministro constitucional fue Thaksin, acusado de diversos causas de enriquecimiento ilícito, corrupción y compra de votos en las zonas más pobres del país, que llevaron a su derrocamiento por parte del ejército.

Entre las fuerzas predominantes figuran el partido popular, Pheu Thai, con mayor presencia en las zonas pobres del norte y los Demócratas, arraigados en el sur y Bangkok, mayoritariamente conservadores y monarquistas. Otros partidos pequeños como Future Foward, liderado por otro millonario reconvertido en político, ser acercaría al Pheu Thai, bastión del ex-primer ministro Thaksin. Por otro lado aparece el Palang Pracharath, donde los miembros de la junta militar son mayoría. Hasta aquí todo parece normal: un partido popular alineado con un gobierno anterior, los conservadores ricos de la capital y un grupo militar. Lo sorprendente viene con la nominación de la princesa Ubolratana Rajakanya, hermana del rey actual. Luego de su nominación y sorpresa alrededor del mundo la casa real fue rápida en desestimar la candidatura, seguida por la justicia. El pretexto es que la realeza no interviene en política.

Ubolratana: la princesa

La mayor de la familia, no pudo acceder al trono por ser de línea sucesora masculino. Tiene 67 años y durante los años 1972 y 1998 permaneció por fuera de sus deberes reales debido a su matrimonio con un extranjero. La princesa se crió en Suiza, como su hermano el rey, y luego emigró a Estados Unidos, donde estudió en el MIT y la UCLA. Tiene títulos de grado en matemáticas y bioquímica, así como un máster en Salud Pública. Hace unos 18 años se reintegró al sistema monárquico formando parte de fundaciones benéficas enfocadas en mejorar la vida de los tailandeses.

Vajiralongkorn: el rey

Un año más joven que su hermana, también llamado Rama X (por ser el décimo de la dinastía Chakri). Durante su juventud el rey pasó 15 días de vida monástica antes de abandonar dicha profesión. Luego de completar sus estudios fue oficial del Ejército Real Tailandés. En su país natal es conocido por el apoyo a los hospitales y el desarrollo de la agricultura. Su vida, en cambio a la de su hermana, está plagada con escándalo, incluso cuando está prohibido por ley hablar mal del monarca en su país. Allá por 2002 se le descubrieron lazos económicos con el entonces primer ministro Thaksin (acusado de corrupción). A través de WikiLeaks, se descubrieron sus aficiones hacia las apuestas así como su conducta excéntrica: nombró a su perro Fufu Air Marshall (un rango de oficial de 4 estrellas, el equivalente argentino sería Brigadier General). En la fiesta de cumpleaños de dicho perro, se vio a la tercer esposa del rey alimentar al poodle vestida solo con una tanga. Con la muerte de Fufu se esparcieron fotos y mensajes en las redes sociales enalteciendo su memoria. Debido a la lése-majesté (criminalizar la crítica/burla hacia el soberano) muchas publicaciones internacionales fueron prohibidas en el territorio.

¿Qué pasa ahora?

Con la salida de los comicios de la princesa parece que todo está dado para una continuación del gobierno militar sin grandes cambios. Si los partidos pro Thaksin se aliasen y conformasen gobierno en la Cámara Baja, serían bloqueados en la Alta. Allí el rey podría intervenir. Rama IX (padre del actual) solía dirimir este tipo de crisis políticas a través de una elección de autoridad moral. Mientras tanto, Tailandia atraviesa una década de crecimiento lento (cerca del 3% anual del PBI, bajo a comparación de sus vecinos) y una inestabilidad política propia de perder a un líder carismático y longevo como fue Rama IX (reinó por 70 años) sucedido por una figura polémica que no parece terminar de ganarse al pueblo.

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