Periodista. Fueguino por nacimiento y elección

 

El hallazgo del submarino ARA San Juan, un día después del aniversario de su desaparición, generó diferentes opiniones entre los propios familiares de los 44 tripulantes.

La confirmación, después de 366 días de incertidumbre, dudas, comunicados oficiales con escasas precisiones y búsquedas con resultados negativos; trajo una cuota de calma a la angustia que se convirtió en una causa nacional.

En Tierra del Fuego, la provincia que vio zarpar por última vez el ARA San Juan, el 13 de noviembre de 2017, desde el puerto de Ushuaia, la noticia también tuvo inmediata repercusión.

Rafael Enríquez vive en Río Grande y es hermano de Víctor Marcelo Enríquez, quien se desempeñaba como suboficial buzo comunicante de la Armada Argentina e integraba la tripulación del submarino que desapareció el 15 de noviembre de 2017.

Cuando se confirmó la desaparición, viajó a Mar del Plata, donde se agrupó al resto de los familiares de los tripulantes para seguir de cerca una investigación que jamás prosperó y terminó comulgando con una creciente desesperación.

“Ellos (el gobierno nacional) no querían que se encuentre el ARA San Juan. Después de un año lo encontraron en el lugar donde fue la última comunicación por parte del submarino. Ya no se podía sostener la mentira”, consideró.

“No somos ningunos tontos, ni los familiares ni los 40 millones de argentinos, (el Ministro de Defensa de la Nación) Aguad nunca dijo la verdad y el Presidente (Mauricio Macri) tampoco salió a dar la cara ni nos recibió”, expresó.

Más allá de la bronca por el destrato, Rafael destaca “la lucha de los familiares” y reconoce la falta de “equipamientos y radares” para poder detectar al ARA San Juan en una zona que ya había sido rastrillada.

Al tiempo que se multiplicaban los rumores sobre “un objeto similar” al ARA San Juan, Rafael participaba de un reconocimiento a su tripulación en la panadería La Unión de Tolhuin, un homenaje de su propietario, el reconocido Emilio, a los 44 héroes.

“Cuando me enteré que lo encontraron fueron sentimientos encontrados; alegría y tristeza”, refleja Rafael, quien también admite que, ahora, el debate está centrado en la decisión de recuperar, o no, el submarino, de una profundidad de aproximadamente 900 metros.

Hasta ahora, técnicamente, un posible rescate del navío parece lejano. El cuestionado Aguad explicó que “es imposible rescatarlo” a partir de las 2.300 toneladas y el agua acumulada.

Las opiniones están divididas entre los familiares de los tripulantes: “Lo que yo pienso es que al encontrar el submarino van a descansar en paz”, afirma Rafael, aunque también otros prefieren “que lo rescaten para ver qué sacan de ahí”.

Para Enríquez la lucha continuará y está directamente vinculada con “saber la verdad, qué es lo que pasó y quiénes fueron los responsables, así se aclara, de una vez por todas, la situación”.

Sí existe una certeza: el reconocimiento y el acompañamiento unánime y permanente del pueblo argentino, que se apropió de una causa y elevó a la categoría de héroes a los 44 tripulantes. Rafael Enríquez lo sintetiza en pocas palabras: “Ellos trabajaron y dieron la vida por la Patria”.

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