Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Hoy es un día clave para el país asiático: más de 100 millones de votantes registrados decidirán a los representantes que darán forma al próximo gobierno. Alrededor de nuestro mediodía las urnas cerrarán y entrada la tarde la tendencia será definitiva. Con fuerte presencia militar para el control de los comicios (que en más de un caso encendió alarmas sobre la estabilidad democrática) se espera una carrera donde cada voto cuenta.

El sistema

El votante pakistaní emitirá dos votos: uno para la asamblea provincial y otro para la nacional. Las  4 asambleas provinciales eligen entre sí a los ministros en jefe, representando al territorio. En el caso nacional funciona como cualquier República Parlamentaria: la asamblea designa al primer ministro, jefe de estado.

Por la fuerte preponderancia étnica y religiosa se reservan una serie de asientos en la asamblea: 60 de ellos son para mujeres [la aplicación de la sharia o ley islámica es de las más estrictas] y otros 10 para minorías.

Los candidatos

Habiendo alrededor de 30 partidos políticos, siendo algunos regionales y otros de nivel nacional, hay 3 que destacan y definirán la elección: 

  • PTI (partido justicialista o por la justicia) que cuenta con la figura de Imran Khan, antiguo jugador de cricket, hoy político. Era la tercer fuerza política del país pero hoy parece ser número puesto, dado que cuenta con el apoyo de las fuerzas armadas y la inteligencia pakistaní.
  • PML-N (partido musulmán) representado por Shabahz Sharif, ex ministro en jefe del Punjab. El PML es el partido mayoritario y tiene una cara nueva al frente luego del encarcelamiento de su hermano Nawaz, que ya fue primer ministro en tres ocasiones.
  • PPP (partido popular pakistaní) con Bilawal Bhutto Zardari, heredero de una verdadera dinastía política: su madre, Benazir Bhutto, fue primer ministro mientras que su padre Ali Asif Zardari fue presidente. Está a cargo del PPP desde la muerte de su madre.

Fantasmas de fraude

Dado el apoyo que las fuerzas armadas han brindado a Khan se ha visto cierta intencionalidad en las investigaciones a las otras fuerzas políticas, como el encarcelamiento de Nawaz, líder del PML, vinculado a un escándalo más que conocido por nosotros: los Panama Papers. Si a ello le sumamos la histórica influencia del ejército en el país, que presenta golpes de estados y períodos autocráticos intercalados con democráticos, la situación de Pakistán parece un cóctel para el desastre. Los “carpetazos” del ISI o servicio de inteligencia pakistaní, no obstante su veracidad o no, parecen inclinar la balanza en favor del PTI (Khan) que, irónicamente, pregona una plataforma política de anti corrupción.

Violencia en las calles

Con una serie de atentados en los días previos a las elecciones; siendo el más notable una inmolación en Baluchistán (provincia fronteriza con Afganistán) con más de 150 muertos, el ejército redistribuyó más de 800.000 efectivos en el territorio. También cabe mencionar que en el día de hoy, ya durante los comicios, se reportaron una explosión en Quetta (ciudad dentro de la provincia de Baluchistán) dejando 24 muertos. A su vez se produjo un tiroteo en Swabi (a 100 kilómetros al noroeste de Islamabad) entre simpatizantes de dos partidos, dejando un saldo de un muerto y dos heridos. Hay reportes de otros incidentes sin víctimas fatales a lo largo de Pakistán, pero debemos mencionar que por su contexto político y vecinos la inestabilidad es cotidiana.

Consecuencias globales

Recordemos que la República Islámica de Pakistán cuenta con 200 millones de habitantes y un arsenal nuclear en el medio de un polvorín histórico de Asia. Al este aparece India, que a pesar de haber desescalado el conflicto por Kashmir/Cachemira luego de las dos guerras indo-pakistaníes y la intervención de la ONU en los 70’s todavía es un problema real y el resquemor post-partición entre ambas naciones prevalece. Al oeste aparece Afganistán lo cual vuelve a Pakistán partícipe, voluntario en muchos casos, del circuito del terrorismo sea por la casi extinta Al-Qaeda o los talibanes. Allí vemos la cadena productiva y de venta de la heroína que en muchos casos agrava la corrupción en funcionarios del país. Pakistán pivotea entre aliado de USA y “aguantadero” de las cúpulas terroristas [recordemos que Osama Bin Laden fue asesinado en su casa a las afueras de Abbottabad a 120 kilómetros de la capital].

No sólo de bases norteamericanas y enclaves extremistas está asediado el país: hoy, con la Nueva Ruta de la Seda o el también llamado Belt Road Iniciative, Pakistán se encuentra más cerca de China que nunca. Con la promesa de construcción de vías férreas para trenes de alta velocidad, sean de carga o pasajeros, así como la compra de puertos como el de Gwadar, se espera que el país sea un un punto de paso para las exportaciones chinas.

Para que esta ruta que busca esquivar el Mar de China y el Estrecho de Malaca funcione de forma correcta es necesaria una cosa por sobre todas: estabilidad. Si Pakistán desea salir de su crisis económica e institucional deberá encontrar un esfuerzo de su liderazgo por ofrecer garantías para que el mega proyecto chino impulse su crecimiento; por ahora la ola de violencia parece ser una traba en dicho objetivo.

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