Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Con ambas series en espera de su tercer partido un tema recurrente se hace presente en la liga más grande de básquet: el talento individual en contraposición al planteo colectivo. El famoso baloncesto de héroes más típico de los 90’s o principios de los 00’s donde los Jordan o los Bryant parecían cargar con los destinos de todo un plantel. Ojo, no estaban solos: ambos contaron en su momento con excelentes actores de reparto para acompañarlos (o lo fueron en el caso de los primeros años del 8 de los Lakers). Al final del día Pippen, Kerr, Rodman o Kukoc podían ayudar pero el que definía el destino del equipo era uno: Jordan. Con los Lakers era más un matrimonio: primero con Shaq, después con Gasol; pero cuando las papas quemaban Kobe pedía la pelota.

La NBA de hoy, entre los muchos cambios por los que pasó, dejó de lado este estilo de juego. El famoso triángulo cayó en desuso y hoy el triple es lo que mejor paga. A su vez, los equipos (por lo menos los buenos) se han vuelto mucho más profundos y menos dependientes de sus estrellas; sea por la capacidad de agrupar más de 3 bajo un mismo estandarte o por un dibujo de pizarra que el entrenador nos propone.

Este año hay ejemplos del viejo Hero ball de los 90’s y este esquema de equipo que mencioné antes, unos son ejemplos extremos y otros no tan claros; por lo que pasaremos a describirlos en cada una de sus series.

Golden State Warriors (1) – Houston Rockets (1)

La serie quedó empatada ayer por la noche luego de la victoria de los texanos en un buen partido de Harden y donde el equipo respondió desde la línea de 3. Las lesiones de los Warriors nos dejan un equipo que se muestra a media máquina y permanece tranquilo; es raro ver a los campeones defensores frustrados.

La estrella

Aunque no tan claro como nuestro próximo ejemplo, Houston es extremadamente dependiente de su estrella: si Harden no anda bien el equipo puede tirar del carro, pero se hace muy cuesta arriba. Chris Paul ya pasó su época dorada: no es ese All-Star de sus años mozos en Nueva Orleans que además de gran asistidor podía anotar. Clint Capela es joven y cumple una función: intimidar en el poste. Eric Gordon fue una promesa marchitada por lesiones que hoy se reconvirtió en tirador y el resto lo componen veteranos curtidos o chicos que juegan minutos basura. Si Harden rinde el equipo tiene chances, sino el banco se ve cada vez más corto. Si a eso le sumamos un técnico como Mike D’Antoni (famoso por sus Phoenix Suns con Nash y Amar’e Stoudemire) al que le gusta poco y nada la defensa (como a su estrella) se alinean las estrellas; son la definición de un pistolero del viejo Oeste.

El equipo

Golden State es por definición un esquema de juego más que los nombres que lo componen: es cierto que esos nombres son la élite de la NBA y cuenta con 4 jugadores estrella; pero quedó demostrado este año en el que transitaron más de una lesión que el equipo juega siempre a lo mismo. Cuando la gloria Laker Jerry West (el del lago de la NBA) soñó con este equipo, pensó un estilo donde las posiciones no existiesen: todos los jugadores podrían desempeñarse en cualquiera de los roles. Hoy, pasada más de una década de esa idea, el equipo que busca establecerse como una dinastía tiene dos roles: un interno y el resto. Puede que Durant retenga un poco ese esquema de estrella, por sus características como anotador muchas veces termina siendo él quién toma las riendas del equipo, pero con el correr del tiempo se ha ido integrando más y más al planteo donde todos buscan el tiro del compañero por sobre el propio.

Boston Celtics (2) – Cleveland Cavaliers (0)

La estrella

Sorpresivamente para muchos la serie se puso 2-0 en favor del menos esperado. El primer partido se lo podemos achacar a un LeBron que no se encontró y terminó abajo de los 20 puntos. El problema arranca con el segundo juego. James, estrella indiscutida del equipo, tiró por encima del 50%, anotó 41 puntos, bajó 10 rebotes y dió 12 asistencias, su equipo perdió y no estuvieron cerca. Hubo atenuantes, LeBron perdió muchas pelotas y cuando juega tan exigido se le notan las pocas ganas por defender. La cuestión sigue siendo que sus compañeros no le dieron ni una mano. JR Smith, cuya única función es tirar, terminó con 0 puntos. Kevin Love hizo un partido correcto pero en ningún momento le alivió la carga al 23 de los Cavs. Cleveland es la definición de una estrella arrastrando un equipo, sin LeBron tendrían problemas para clasificar a postemporada. Hill, Nance, Clarkson, Calderón (por nombrar algunos) son jugadores correctos pero unidimensionales: sirven para un propósito, exigirles que cumplan el rol de una estrella en un equipo sin esquema (más falta de su entrenador que de ellos) es irrisorio. Es un caso recurrente en los Cavaliers: durante su primer etapa en la franquicia LeBron llegó a las finales de 2003 con lo que será recordado como uno de los peores planteles en jugar unas finales: el más recordado es Delonte West y ni siquiera por algo que haya pasado dentro de las canchas (en su momento rumores lo involucraron con la madre de James).

Si LeBron quiere jugar otras finales tendrá que seguir tirando del carro, su equipo le exige mucho y ofrece poco; por lo que más de uno ya lo ve con un pie afuera de Ohio.

El equipo

Es verde, es norteamericano y viene subiendo. No es el dólar, son los Celtics. Cuando esta plantilla se armó ya se suponía que jugarían las finales de conferencia, pero luego de la lesión de Gordon Hayward más de uno los dió por muertos: con Kyrie Irving a la cabeza (el antiguo escudero de LeBron en Cleveland) encadenaron 16 victorias consecutivas y dijeron: Acá estamos nosotros. Hace algo más de un mes cuando Irving se lesionó y quedó afuera para toda la temporada los volvieron a tachar de la lista de candidatos: hoy son el equipo que más convenció de los 4 jugando por una chance para ganar el anillo.

Al Hordford vendría a cumplir el rol de primer espada en estos Celtics, pero lo cierto es que el estilo de juego de Stevens, su entrenador, pondera las virtudes de todos mientras que trata de tapar sus puntos débiles. Recordemos que hace un año, bajo este esquema, brillaba Isaiah Thomas, un jugador bastante más bajo en estatura que sus pares y que aporta nada en defensa. Stevens aprovecha los recursos que tiene.

Los Celtics tienen talento joven y hambre, mucha hambre. Los vamos a ver tirándose a buscar pelotas perdidas cuando ganan por 10, correr contragolpes que normalmente se aprovechan para tomar aire. Son piernas jóvenes las de Marcus Smart, Jayson Tatum (nominado a Novato del Año), Jaylen Brown o Terry Rozier. Cuando los de Boston juegan no parece un equipo al que le faltan sus dos estrellas; sino una unidad sólida que defiende y ataca como uno.

El análisis de hoy no busca subirse al tren de los Celtics o tirarle tierra a los Rockets o Cavaliers; sino establecer algunos paralelos entre las dos series que se están disputando y entender que la NBA pasa por un cambio de paradigma a la hora de formar plantillas: el viejo sistema de un jugador estrella y actores de reparto quedó descartado allá lejos y hace tiempo. Ahora también parece que los Big Three que alguna vez dominaron la liga como en el caso de Miami han ido mutando en super equipos como los Warriors o shows unipersonales como el de LeBron. Los equipos jóvenes como Boston y en menor medida los 76ers de Filadelfia (que llegaron a semifinales) proponen talento joven y abundante con una pizca de veteranos; son equipos largos y con mucha resistencia, ideal para las largas temporadas de la liga. Quedará por ver si al final esta temporada los equipos que se están repensando optan por el nuevo modelo o vuelven a sistemas anteriores.

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